sábado, 24 de mayo de 2014

Capitulo 10


Papá no tardó en llegar a la clase de química. No venía con Mariela como mamá predijo y me alegré por ello.
Me senté junto a ella y papá delante junto a Pablo
-Hola. –Dijo sonriente al poner sus libros en el mesón de en frente. Le sonreí pero mamá mantenía su libro de química en su cara, ocultándola de papá. Papá soltó una risita y pasó su mano en el libro y lo bajó.
-Buenos días, Lali. –Dijo al poner sus labios en la mejilla de mamá, ella se ruborizó hasta las orejas. Mi corazón dio un salto, estaba más que feliz, esto va viento en popa.
-B-buenos días. –Farfulló. Luego se mordió el labio.
-¡Que linda escena! –Chilló una voz. La reconocía, era Mariela, la había escuchado muchas veces gritarle a mamá por teléfono. No más perra- Y después dicen que la roba novios soy yo. –Se paró a nuestro lado con las manos en la cadera. Pose de perra.
-Y no se equivocan. –Mascullé yo. Ella me liquidó con sus grandes ojos grises. No podía decir nada, ¿con qué moral?
-Tú y yo no somos nada. –Espetó papá. Ella rió.
-Si tú lo dices. Igual no me quedaré con las ganas de insultar a estás perras, retrasadas. –Vi a papá apretar los puños como si no pudiera soportarlo.
-¡A ellas no! –Gritó llamando la atención de todos. 


Luego se dio cuentas de las miradas y sacudió un poco la cabeza como si no hubiera pensado lo que dijo. Como si hubiera sido un impulso. Entonces pensé que había sido su instinto paterno y protector, surgiendo desde lo más profundo de él- Solo no las amenaces. –Dijo en un tono más bajo- Son mis amigas y no le permitiré que nadie les hable así. –Miró a todo el salón dando una advertencia. Lo dijo como si no supiera la razón de por qué decía tal cosa, pero aun así lo dijo. Hasta la misma Mariela se sorprendió. Ella retrocedió como si papá fuera un fenómeno y se retiró a su asiento.
-Gracias Peter, pero no era necesario que… -La voz de mamá fue interrumpida.
-Pero yo quería hacerlo. No me gusta como trata a las personas. –Mamá torció la boca.
-Sí pero no tenias que mentir diciendo que soy tu amiga. –Se quejó.
-Yo no he mentido. Puede que seas gruñona, orgullosa y prejuiciosa pero todo eso, de alguna manera, me agrada y tengo intenciones de ser tu amigo. –Él sonríe y mamá quiere protestar pero él no le da la oportunidad, solo se voltea a comenzar una animada conversación con Pablo.
-¿Ahora lo ves? –Le pregunté. Susurrando, ya que el profesor de química acababa de llegar.
-Dijo amigo, Allegra. –Puse mi mano en su hombro.
-Los amigos siempre llegan a algo más. –Ella volteó los ojos.
-Joder Allegra. ¿Por qué insistes en metérmelo en la cabeza? Pensé que lo había superado, pero luego vienes tú y tus especulaciones y… -Se calló al ver que no le convenía seguir hablando. Entrecerré los ojos ¿no que lo odiaba?
-¿Superar? ¿Qué pensaste que habías superado, Lali? –La miré con una ceja levantada. Trataba de no mirarme.
-Nada. Presta atención. –Cabeceó hacía la pizarra. El profesor nos miraba con los brazos cruzados. No nos habíamos dado cuenta de que casi toda la clase tenía los ojos puestos en nosotros.
-¿Podemos continuar o prefieren seguir hablando de eso que la señorita Esposito no ha superado?
-Dijo el profesor. Todos soltaron risas y la cara de mamá se tornó escarlata. Hasta que por alguna razón todos dejaron de reír y no sé por qué pero me olía a Lanzani.
El profesor comenzó a hablar sobre los elementos de la tabla periódica y algo que no entendí. Todo era avanzado, este era el último curso y yo solo tengo quince. Todo sea por existir ¿no? Claro que sí.

Mariela no dejó de mirar a mamá en todo el transcurso de la clase, sabía que tramaba algo pero lo dejé pasar.
Luego, de clase tras clase al fin llegó el almuerzo y yo estaba más que feliz porque papá se veía decidido.
Nos sentamos en la misma mesa de siempre, yo estaba un poco ansiosa por lo que me comí mi pizza de un bocado. Sorprendentemente Nico vino a sentarse con nosotros, sabía que Euge no lo había arrastrado hasta aquí por la expresión de su cara, a ella misma le sorprendió que quisiera sentarse con ella.
Yo buscaba por todos lados a papá con la mirada, no fue hasta que apareció con una bandeja que sonreí y por fin pude digerir la pizza con tranquilidad.
-Hola. –Dijo y se sentó en medio de mamá y yo. Todos lo miraron extraño.
-¿Qué haces aquí? –Preguntó mamá.
-Vine a sentarme con mi nueva amiga ¿Eso es un problema para ti? ¿Te incomodo de alguna manera? –Mamá se tensó.-No. –Solo dijo eso y volteó a seguir comiendo su pizza. Le di un pequeño empujón a papá. Él asintió y se giró un poco hacía mamá.
-Lali –La llamó- ¿Vas a ir a la fiesta de las Grimm? –Mamá lo miró.
-Tengo que. Cande y Agustin van a matarme si no voy. –Vi una sonrisa de satisfacción en el rostro de papá- ¿Por qué?
-No porque pensaba invitarte. Digo, si no tienes pareja. –Mamá tenía los labios ligeramente abierto por la sorpresa.
-¿Es en serio? –Soltó una pequeña risita nerviosa.
-Sí hermosa. –Yo me alegré y mi corazón empezó a latir más rápido debido al apodo, casi lo lograba.
-Ah. No, yo… -Mi mundo se derrumbó al oír eso.
-¿Ya tienes a alguien con quien ir? –Papá sonaba decepcionado.
-No. Bueno. Algo así. -¿De qué está hablando?
-No entiendo. –Papá entrecerró los ojos.
-Ni yo. Es complicado, Benjamin Amadeo es mi amigo, estudia en Est High. Dijo que nos veríamos allá. Como una cita. -¿Qué? No, no, no, no, ¿Benjamín Amadeo? ¿Quién demonios es Benjamin Amadeo?
-Oh. Comprendo. –Papá se levantó algo enojado- que te diviertas con Amadeo. –Dijo seco y se retiró. Mi cabeza cayó contra el plástico de la mesa. ¿Por qué a mí? Benjamin Amadeo me debe la existencia.

Continara........

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