sábado, 24 de mayo de 2014

Capitulo 12


Oí la risa de mamá -¿Tú me estás sugiriendo que no vaya con Benajmin? –Oí los pasos de papá. Se acercaba a ella.
-No, no es una sugerencia. Es una orden. No quiero que vayas con él, es más, creo que no deberías ir, solo quédate en casa, como el resto de las veces. No podemos arriesgarnos.
-No puedo creerlo. –Mamá se oía molesta y dolida-. ¿Tú no quieres que vaya a la fiesta solo porque te molesto?, ¿ahora porque soy una nerd no merezco ir las fiestas?
-No, no, yo…
-Eres un maldito egoísta. –Escupió mamá- Un idiota, insensible, narcisista, maldito egoísta. –Rodé los ojos.
-¡Auch! Eso dolió. –Oí los pasos de papá acercarse más- ¿Sabes que eres tú? –La emoción no cabía en mí. Me acerqué un poco y logré verlos. Papá tenía acorralada a mamá contra la puerta de uno de los baños. ¿Quién dice que los Lanzani no somos listos? -Eres una niña prejuiciosa y hostil que por alguna razón me atrae y no me deja pensar bien –Tuve que taparme la boca para no gritar de la emoción. Vida mejor, ahí voy.

Papá tomó su cintura y la acercó a él, la miró a los ojos y luego bajó hasta sus labios, mordió el suyo y volvió a sus ojos, tomó su cara entre sus manos delicadamente y la besó. Al principio mamá no parecía responder pero luego fue tomándole la rienda. Yo estaba gritando por dentro, jamás había visto un beso de mis padres, era muy pequeña cuando se separaron, y luego de eso no se veían mucho. Y no estoy segura si esto pasó en la otra realidad presente-pasado, pero no importa ¿Qué mal podría hacer un besito? ¡Qué besito! Esto sí que es un beso, un beso con todo.
Mamá empezó a golpear el pecho de papá, se quejaba pero él no la soltaba. No fue hasta que mamá le dio una patada en la pierna y le mordió el labios que el la soltó.
-Bobo –Gruño. Papá comenzó a reírse mientras se tocaba el labio.
-Claro pero no puedes negar que te gustó –Ella recogió su bolso del piso.
-No, fue horrible. –El rio más alto.
-¿Entonces por qué lo seguiste? –La cara de mamá estaba roja, rojísima.
-Benajmin Amadeo seguro besa mejor que tú. –Papá se cruzó de brazos.
-No puedes saberlo. –Dijo serio.
-Lo descubriré esta noche. –Una sonrisa cínica se dibujó en la cara de mamá. Papá se mostraba tenso, enojado, furioso. 


Mamá se dirigía a la puerta por lo que salté y me pegué de los casilleros mirando hacia otra parte. Ella salió con una sonrisa.
-¿Vienes conmigo o te quedas otro rato? –Preguntó como si nada hubiera pasado.
-No. Me quedaré, pronto te alcanzo. –Ella me sonrió y caminó por el pasillo hasta girar en una esquina y desaparecer. Papá seguía en el baño, tuve que entrar.
-¿Qué pasó? –Él estaba en medio del cuarto, viendo hacia un punto muerto mientras se tocaba los labios.
-La besé. –Me dijo.
-Oh. ¿Y cómo fue? –Le pregunté.
-Ella me mordió. –Soltó una risa- No quería que la besara pero mientras más se resistía más quería besarla. –Volvió a reír- Tiene que ser mía. –Susurró y luego me miró- Y tú vas a ayudarme. Le sonreí y asentí, solo falta que ella se dé cuenta.
-No sé qué ponerme. –Euge caminaba de un lado a otro, descartando vestidos, faldas y blusas. Nada la complacía. Al fin se dio por vencida y se sentó haciendo puchero a un lado de mamá en la cama.
-Bien. –Golpeé mis palmas contra mis muslos y me levanté- Es mi momento. Sé un poco de estas cosas, me gusta la moda, aunque no lo aplique. –Se miraron entre ellas- Vamos, empezaremos con Euge.

La tomé por una mano y la levanté. La hice probarse una cantidad de vestidos, de diferentes cortes, estilos y colores, igual que otras prendas. Era una decisión difícil pero al fin lo encontramos; un vestido color azul marino, por arriba de la rodilla, tacones plateados de plataforma y un lindo maquillaje natural. Sin duda había quedado hermosa, me di unas palmaditas en el hombro por tal resultado, me lo merecía y no iba a negarlo.
-¡Me encanta! –Saltó de la silla y me abrazó- Gracias Allegra. ¿Crees que a Nico le gusté? –Solté una risita.
-Cariño, si no le gusta es porque es gay. –Ella rió conmigo. Me giré a ver a mamá quien tenía la mirada perdida en el piso.
-Tu turno Lali. –Le dije. Ella me miró y me sonrió levemente. Se levantó y se sentó en la silla giratoria del escritorio de su habitación.
-¿Qué vas a hacerme? –Preguntó con curiosidad. Yo reí y tomé su cabello peinándolo con mis dedos.
-Créeme. Cuando termine ni tu mamá te va a reconocer. –Le sonreí a nuestro reflejo en el espejo.
-¿Eso es malo? –Me preguntó con los ojos bien abiertos.
-No, al contrario; es muy bueno.

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