sábado, 24 de mayo de 2014

Capitulo 12


Oí la risa de mamá -¿Tú me estás sugiriendo que no vaya con Benajmin? –Oí los pasos de papá. Se acercaba a ella.
-No, no es una sugerencia. Es una orden. No quiero que vayas con él, es más, creo que no deberías ir, solo quédate en casa, como el resto de las veces. No podemos arriesgarnos.
-No puedo creerlo. –Mamá se oía molesta y dolida-. ¿Tú no quieres que vaya a la fiesta solo porque te molesto?, ¿ahora porque soy una nerd no merezco ir las fiestas?
-No, no, yo…
-Eres un maldito egoísta. –Escupió mamá- Un idiota, insensible, narcisista, maldito egoísta. –Rodé los ojos.
-¡Auch! Eso dolió. –Oí los pasos de papá acercarse más- ¿Sabes que eres tú? –La emoción no cabía en mí. Me acerqué un poco y logré verlos. Papá tenía acorralada a mamá contra la puerta de uno de los baños. ¿Quién dice que los Lanzani no somos listos? -Eres una niña prejuiciosa y hostil que por alguna razón me atrae y no me deja pensar bien –Tuve que taparme la boca para no gritar de la emoción. Vida mejor, ahí voy.

Papá tomó su cintura y la acercó a él, la miró a los ojos y luego bajó hasta sus labios, mordió el suyo y volvió a sus ojos, tomó su cara entre sus manos delicadamente y la besó. Al principio mamá no parecía responder pero luego fue tomándole la rienda. Yo estaba gritando por dentro, jamás había visto un beso de mis padres, era muy pequeña cuando se separaron, y luego de eso no se veían mucho. Y no estoy segura si esto pasó en la otra realidad presente-pasado, pero no importa ¿Qué mal podría hacer un besito? ¡Qué besito! Esto sí que es un beso, un beso con todo.
Mamá empezó a golpear el pecho de papá, se quejaba pero él no la soltaba. No fue hasta que mamá le dio una patada en la pierna y le mordió el labios que el la soltó.
-Bobo –Gruño. Papá comenzó a reírse mientras se tocaba el labio.
-Claro pero no puedes negar que te gustó –Ella recogió su bolso del piso.
-No, fue horrible. –El rio más alto.
-¿Entonces por qué lo seguiste? –La cara de mamá estaba roja, rojísima.
-Benajmin Amadeo seguro besa mejor que tú. –Papá se cruzó de brazos.
-No puedes saberlo. –Dijo serio.
-Lo descubriré esta noche. –Una sonrisa cínica se dibujó en la cara de mamá. Papá se mostraba tenso, enojado, furioso. 


Mamá se dirigía a la puerta por lo que salté y me pegué de los casilleros mirando hacia otra parte. Ella salió con una sonrisa.
-¿Vienes conmigo o te quedas otro rato? –Preguntó como si nada hubiera pasado.
-No. Me quedaré, pronto te alcanzo. –Ella me sonrió y caminó por el pasillo hasta girar en una esquina y desaparecer. Papá seguía en el baño, tuve que entrar.
-¿Qué pasó? –Él estaba en medio del cuarto, viendo hacia un punto muerto mientras se tocaba los labios.
-La besé. –Me dijo.
-Oh. ¿Y cómo fue? –Le pregunté.
-Ella me mordió. –Soltó una risa- No quería que la besara pero mientras más se resistía más quería besarla. –Volvió a reír- Tiene que ser mía. –Susurró y luego me miró- Y tú vas a ayudarme. Le sonreí y asentí, solo falta que ella se dé cuenta.
-No sé qué ponerme. –Euge caminaba de un lado a otro, descartando vestidos, faldas y blusas. Nada la complacía. Al fin se dio por vencida y se sentó haciendo puchero a un lado de mamá en la cama.
-Bien. –Golpeé mis palmas contra mis muslos y me levanté- Es mi momento. Sé un poco de estas cosas, me gusta la moda, aunque no lo aplique. –Se miraron entre ellas- Vamos, empezaremos con Euge.

La tomé por una mano y la levanté. La hice probarse una cantidad de vestidos, de diferentes cortes, estilos y colores, igual que otras prendas. Era una decisión difícil pero al fin lo encontramos; un vestido color azul marino, por arriba de la rodilla, tacones plateados de plataforma y un lindo maquillaje natural. Sin duda había quedado hermosa, me di unas palmaditas en el hombro por tal resultado, me lo merecía y no iba a negarlo.
-¡Me encanta! –Saltó de la silla y me abrazó- Gracias Allegra. ¿Crees que a Nico le gusté? –Solté una risita.
-Cariño, si no le gusta es porque es gay. –Ella rió conmigo. Me giré a ver a mamá quien tenía la mirada perdida en el piso.
-Tu turno Lali. –Le dije. Ella me miró y me sonrió levemente. Se levantó y se sentó en la silla giratoria del escritorio de su habitación.
-¿Qué vas a hacerme? –Preguntó con curiosidad. Yo reí y tomé su cabello peinándolo con mis dedos.
-Créeme. Cuando termine ni tu mamá te va a reconocer. –Le sonreí a nuestro reflejo en el espejo.
-¿Eso es malo? –Me preguntó con los ojos bien abiertos.
-No, al contrario; es muy bueno.

Capitulo 11


Lo inventó. Seguro lo hizo. Seguro no quería ir con él y se inventó un pretendiente falso. Dios mi madre.
Me acerqué a ella un poco más. Abarcando el espacio que había dejado mi padre.
-¿Por qué le mentiste? –Preguntó.
-No le he mentido.


 Benajmin me invitó hace mucho. Estaba pensando en rechazar la invitación, pero prefiero ir con él a ir con Peter. Además no quiero ir sola. Es deprimente hacer el mal tercio con Cande y Agustin y ahora que Nico y Euge van ir juntos con mucha más razón. –Presioné mis puños contra la mesa ¿Cómo puede ser tan egoísta?
-¡No es justo! –Dije. Ella me miró como si estuviera loca- Peter es muy lindo. –Ella rodó los ojos.
-Entonces ¿por qué no sales tú con él? Tú le gustas más. –Se volvió hacia la comido en su plato.
-No. Yo no le gusto, tú sí. –Me acerqué un poco más- Lali tú… -Traté de decirle algo que la alentara pero fui interrumpida por mi padre.
-Allegra. –Estaba parado atrás de nosotros- debemos hablar. –dijo. Lo miré mal.
-Sí. Claro. –Me levanté y él me llevó a un lugar alejado. Prácticamente afuera de la cafetería.
-Dime por favor que solo la inventó para no ir conmigo. –Dijo. Parecía algo irritado.
-No. El tal Amadeo es real. –Dije cruzada de brazos. Él me tomó por los hombros.
-Ella no puede ir con él. No puede, no puedo dejar que lo haga. –Me empezaba a asustar. Papá parecía preocupado y estresado.
-¿Qué pasa? –Le pregunté. Él me soltó.
-Benjamin Amadeo tiene una orden de restricción de una chica de North High. Intentó violarla. Lali es su tipo. Una típica chica insegura, que no se sabe hermosa por mucho que lo sea. Lo conozco, lo expulsaron mucho antes de que Lali se mudara. –Papá caminaba de un lado al otro. Estaba preocupado. Y ahora yo estaba más preocupada.
-¿Qué? No podemos permitir que la toque. –Papá se detuvo bruscamente.
-No. Él no la tocará, me encargaré de que no lo haga. Es que si le pone una mano encima le parto la cara y le parto todo. –Papá estaba furioso- No puedo creer que me haya rechazado solo por ir con Amadeo . Como si fuera mejor que yo, como si fuera más guapo, como si… ¿Tú crees que a ella en serio le gusta? –Se detuvo un momento y me miró.
-Que va. Solo aceptó porque no quiere ir sola. Además te tiene una fobia exagerada. –Él rodó los ojos.
-Esa chica cada vez me importa más. Es la única que se ha atrevido a rechazarme. No sé por qué pero necesito que se fije en mí. –Sonreí.
-Y lo hará. Te lo prometo. –Me acerqué. Él pegó su espalda de los casilleros y se deslizó hasta el suelo.
-Sabes. Ella es la única que no ve al falso Peter encantador. Ella me odia, tal vez es la única que logra ver que es solo un disfraz. –Me senté a su lado en el piso.
-¿El falso Peter? -Él sonrió mirando al piso.
-Esto es solo un disfraz. Yo no soy perfecto como todos creen. Lali lo sabe, ella lo ve. Pero tampoco se ha dado la tarea de conocer al verdadero Peter. –Yo reí un poco.
-¿Y cómo es el verdadero Peter? –Pregunté.
-Todo un nerd. –Yo reí alto. Él me sonrió. Traté de desviar la mirada pero él giró mi cara y presionó sus labios contra los míos. En el momento en que lo hizo se alejó como si mis labios estuvieran en llamas. Lo miré con los ojos abiertos, él parecía aterrado.
-¡Oh por Dios! –Exclamó luego de un minuto de silencio- No te ofendas pero fue horrible.
-Te comprendo.
-Fue como si besara a mi madre o a mi hermana. Fue tan… incestuoso. –Reí nerviosamente.
-Sí lo fue. –No fue hasta que giré mi cara que vi a mi madre en la puerta de la cafetería con la mirada perdida en nosotros- Oh no. –Ella empezó a correr hacia el baño. Yo me levanté sin avisar y la seguí mientras gritaba su nombre.
-¡Lali! –Grité al llegar al baño, estaba encerrada en un cubículo- Lali. Lo sé. Lo he arruinado todo. Pero él no me gusta. El beso fue horrible, él mismo lo dijo.
-Cállate ¿sí? –Ella salió del cubículo dando un portazo estruendoso.
-Lo siento.
-¿Por qué lo haces? –Se giró a verme- ¿Por qué me dices todas esas cosas acerca de Peter? ¿Por qué insistes en hacer crecer esa estúpida esperanza? –Ella se miró en el espejo- Él me gustaba sabes. –Sus lágrimas corrían por sus mejillas ruborizadas- Cuando llegué a esta escuela era una del montón. Esperando que Peter Lanzani se fijara en mí. Suspirando por él. Mirándolo fijamente hasta que él se diera cuenta y tuviera que dejar de hacerlo. –Ella secó esas lágrimas- pero luego me di cuenta de que no pasaría. Empecé a verle el lado a malo a Lanzani. Él no es quien dice ser, es solo un tonto que gusta de complacer a los demás. –Abrió el grifo y se lavó la cara.
Mamá jamás me había dicho eso. Jamás me había contado esa parte de la historia. Me acerqué a ella y acaricié sus hombros. Seguía contemplándose en el espejo.
-Lamento haberlo besado. Créeme, tú le gustas. –Ella rió sarcásticamente.
-No a él le gustan las chicas como tú; bonitas, interesantes, valientes. –Su tono de voz se quebraba. La giré y la hice verme a los ojos.
-¡No! Mírame Lali. Tú eres todo eso y mucho más; eres bonita, interesante, valiente, inteligente, carismática, tierna. Cualquier chica mataría por tener esa sonrisa y esa mirada, cualquiera mataría por poder hacer esos pucheros y caras de perrito triste tan convincentes que dan ganas de darte todo. –Escupí todas esas verdades en su cara. Tal vez cambie algunas cosas en el futuro pero esto es lo que haré ahora, le daré ánimos a mi madre. La convertiré en la chica segura que siempre debió ser.
-¿En serio crees todo eso? –Me preguntó mirando el piso.
-Sí. –La abracé muy fuerte. Por unos minutos estuvimos así, ella sollozaba en mi hombro y yo acariciaba su cabello.
-Chicas… -Papá apareció algo avergonzado por la puerta del baño- ¿Estás bien Lali? –Mamá levantó la mirada, no sin antes secar fuertemente sus lágrimas.
-Sí. No tienes nada de qué preocuparte. –Mamá tomó su bolso que descansaba a un lado del lavamanos.
-Oye acerca de lo que pasó afuera…
-¿Qué pasó afuera? –Mamá lo miró con una ceja levantada.
-Nada supongo.
-Genial. Me tengo que ir. Debo arreglarme para la fiesta. –Dijo con una sonrisa fingida. Trató de salir pero papá se atravesó en su camino.
-Tenemos que hablar acerca de eso. –Ella lo miró como si estuviera loco-. No irás con Amadeo –Dijo de forma imperativa. Mamá se rió en su cara.
-Yo… iré por allá. –Salí del baño pero solo para pegar la oreja a la puerta. Después de la metida de pata de hace un rato no me puedo arriesgar.

Continuara.........

Capitulo 10


Papá no tardó en llegar a la clase de química. No venía con Mariela como mamá predijo y me alegré por ello.
Me senté junto a ella y papá delante junto a Pablo
-Hola. –Dijo sonriente al poner sus libros en el mesón de en frente. Le sonreí pero mamá mantenía su libro de química en su cara, ocultándola de papá. Papá soltó una risita y pasó su mano en el libro y lo bajó.
-Buenos días, Lali. –Dijo al poner sus labios en la mejilla de mamá, ella se ruborizó hasta las orejas. Mi corazón dio un salto, estaba más que feliz, esto va viento en popa.
-B-buenos días. –Farfulló. Luego se mordió el labio.
-¡Que linda escena! –Chilló una voz. La reconocía, era Mariela, la había escuchado muchas veces gritarle a mamá por teléfono. No más perra- Y después dicen que la roba novios soy yo. –Se paró a nuestro lado con las manos en la cadera. Pose de perra.
-Y no se equivocan. –Mascullé yo. Ella me liquidó con sus grandes ojos grises. No podía decir nada, ¿con qué moral?
-Tú y yo no somos nada. –Espetó papá. Ella rió.
-Si tú lo dices. Igual no me quedaré con las ganas de insultar a estás perras, retrasadas. –Vi a papá apretar los puños como si no pudiera soportarlo.
-¡A ellas no! –Gritó llamando la atención de todos. 


Luego se dio cuentas de las miradas y sacudió un poco la cabeza como si no hubiera pensado lo que dijo. Como si hubiera sido un impulso. Entonces pensé que había sido su instinto paterno y protector, surgiendo desde lo más profundo de él- Solo no las amenaces. –Dijo en un tono más bajo- Son mis amigas y no le permitiré que nadie les hable así. –Miró a todo el salón dando una advertencia. Lo dijo como si no supiera la razón de por qué decía tal cosa, pero aun así lo dijo. Hasta la misma Mariela se sorprendió. Ella retrocedió como si papá fuera un fenómeno y se retiró a su asiento.
-Gracias Peter, pero no era necesario que… -La voz de mamá fue interrumpida.
-Pero yo quería hacerlo. No me gusta como trata a las personas. –Mamá torció la boca.
-Sí pero no tenias que mentir diciendo que soy tu amiga. –Se quejó.
-Yo no he mentido. Puede que seas gruñona, orgullosa y prejuiciosa pero todo eso, de alguna manera, me agrada y tengo intenciones de ser tu amigo. –Él sonríe y mamá quiere protestar pero él no le da la oportunidad, solo se voltea a comenzar una animada conversación con Pablo.
-¿Ahora lo ves? –Le pregunté. Susurrando, ya que el profesor de química acababa de llegar.
-Dijo amigo, Allegra. –Puse mi mano en su hombro.
-Los amigos siempre llegan a algo más. –Ella volteó los ojos.
-Joder Allegra. ¿Por qué insistes en metérmelo en la cabeza? Pensé que lo había superado, pero luego vienes tú y tus especulaciones y… -Se calló al ver que no le convenía seguir hablando. Entrecerré los ojos ¿no que lo odiaba?
-¿Superar? ¿Qué pensaste que habías superado, Lali? –La miré con una ceja levantada. Trataba de no mirarme.
-Nada. Presta atención. –Cabeceó hacía la pizarra. El profesor nos miraba con los brazos cruzados. No nos habíamos dado cuenta de que casi toda la clase tenía los ojos puestos en nosotros.
-¿Podemos continuar o prefieren seguir hablando de eso que la señorita Esposito no ha superado?
-Dijo el profesor. Todos soltaron risas y la cara de mamá se tornó escarlata. Hasta que por alguna razón todos dejaron de reír y no sé por qué pero me olía a Lanzani.
El profesor comenzó a hablar sobre los elementos de la tabla periódica y algo que no entendí. Todo era avanzado, este era el último curso y yo solo tengo quince. Todo sea por existir ¿no? Claro que sí.

Mariela no dejó de mirar a mamá en todo el transcurso de la clase, sabía que tramaba algo pero lo dejé pasar.
Luego, de clase tras clase al fin llegó el almuerzo y yo estaba más que feliz porque papá se veía decidido.
Nos sentamos en la misma mesa de siempre, yo estaba un poco ansiosa por lo que me comí mi pizza de un bocado. Sorprendentemente Nico vino a sentarse con nosotros, sabía que Euge no lo había arrastrado hasta aquí por la expresión de su cara, a ella misma le sorprendió que quisiera sentarse con ella.
Yo buscaba por todos lados a papá con la mirada, no fue hasta que apareció con una bandeja que sonreí y por fin pude digerir la pizza con tranquilidad.
-Hola. –Dijo y se sentó en medio de mamá y yo. Todos lo miraron extraño.
-¿Qué haces aquí? –Preguntó mamá.
-Vine a sentarme con mi nueva amiga ¿Eso es un problema para ti? ¿Te incomodo de alguna manera? –Mamá se tensó.-No. –Solo dijo eso y volteó a seguir comiendo su pizza. Le di un pequeño empujón a papá. Él asintió y se giró un poco hacía mamá.
-Lali –La llamó- ¿Vas a ir a la fiesta de las Grimm? –Mamá lo miró.
-Tengo que. Cande y Agustin van a matarme si no voy. –Vi una sonrisa de satisfacción en el rostro de papá- ¿Por qué?
-No porque pensaba invitarte. Digo, si no tienes pareja. –Mamá tenía los labios ligeramente abierto por la sorpresa.
-¿Es en serio? –Soltó una pequeña risita nerviosa.
-Sí hermosa. –Yo me alegré y mi corazón empezó a latir más rápido debido al apodo, casi lo lograba.
-Ah. No, yo… -Mi mundo se derrumbó al oír eso.
-¿Ya tienes a alguien con quien ir? –Papá sonaba decepcionado.
-No. Bueno. Algo así. -¿De qué está hablando?
-No entiendo. –Papá entrecerró los ojos.
-Ni yo. Es complicado, Benjamin Amadeo es mi amigo, estudia en Est High. Dijo que nos veríamos allá. Como una cita. -¿Qué? No, no, no, no, ¿Benjamín Amadeo? ¿Quién demonios es Benjamin Amadeo?
-Oh. Comprendo. –Papá se levantó algo enojado- que te diviertas con Amadeo. –Dijo seco y se retiró. Mi cabeza cayó contra el plástico de la mesa. ¿Por qué a mí? Benjamin Amadeo me debe la existencia.

Continara........

Capitulo 9


Al día siguiente tengo este problema; le dije a mamá que era huérfana pero ella ni preguntó si siquiera traía ropa, ni que hacía en el instituto. Todo raro pero bien. Ahora no sé qué decirle, es decir, todo es muy confuso, supongo que ella está tratando de ignorarlo. Lo de la ropa puedo arreglarlo, soy huérfana ¿no? Bueno, por ahora sí. Ya veré que hago.
Doy vueltas de un lado a otro, encerrada en el baño, había olvidado el pequeño detalle de que no estoy matriculada en el instituto. ¿Cómo rondaré por allí? ¿Cómo estaré en sus clases? ¿Cómo evitaré que mamá le tire el experimento de ciencias encima a papá si solo puedo verlos en el almuerzo?.
-La pequeña Allegra no es tan inteligente ¿verdad? –La voz fuerte de Ronda inundó la habitación. Di un respingo y volteé impensadamente para verla sentada en un borde de la bañera.
-Por supuesto que no. Si no, en la vida me hubiera metido en este lio. ¡Maldito el gen Lanzani! –Ronda soltó una carcajada sin abrir la boca- Que bueno que te parezca gracioso. Mi vida es una comedia, de esas que tienen risa de fondo. –Me senté junto a ella.
-Oh, bueno cariño, debes afrontarlo con madurez. –Acarició mi espalda.
-Tengo quince años y soy hija de Peter Lanzani. No me hagas reír. –Ella soltó otra carcajada.
-Lo del instituto ya está arreglado. –Me dijo. Sonreí aun con la cabeza abajo.
-¿Qué hay de la rop.. ? –No terminé de mencionarlo cuando sentí tres golpes en la puerta.
-Allegra. Te traje algo de ropa; creo que tenemos la misma talla, puede que te sirva, si no mamá puede arreglarlo. –Le sonreí a Ronda.
-Gracias Lali. –Me acerqué a la puerta y tomé la ropa no sin antes dedicarle una sonrisa cálida a mamá.
-Todo arreglado. Aquí está tu horario –Me entregó un papel que ve-tu-a-saber de dónde lo sacó- Tus libros están en el casillero que ahí indica. Y coincides en todas las clases en las que tus padres están juntos. Ah y por si preguntan; te escapaste de tu familia adoptiva pero quieres un buen futuro, por eso estudias. –Yo sonreí satisfecha.
-Me lo has facilitado todo Ronda, gracias. Eres la mejor.
-Sí, sí, claro que lo soy. No debería estar haciendo esto pero me has convencido. Si me sancionan el peso del yerro irá sobre ti.
-Sí. Vale, ya me encargo yo de darme golpes de pecho. De igual manera gracias por todo Ronda. Eres la mejor Arregladora-de-vidas-de-niñas-cuyos-padres-se-odian,del mundo entero… o lo que tú seas.
-Claro. Ahora cierra los ojos. –Le hice caso y ni siquiera un Puff oí cuando ella desapareció. Procedí a vestirme.

La ropa me quedó, salí del baño y nos encaminamos al instituto. Una vez allí no podía esperar para la hora del almuerzo.
Vi a papá apoyado por los casilleros, cerca del gimnasio. Me dio una sonrisa y otra aun más encantadora a mamá.
-Lanzani si que está raro. –Me susurró mamá- antes ni me registraba y ahora se la pasa sonriéndome. O es estúpido o se cayó de cabeza cuando pequeño. –solté una risita.
-No lo juzgues, solo quiere cambiar. –Le dije. Llegamos a nuestros casilleros. Por suerte el mío estaba al lado del suyo.
-Peter Lanzani ha sido el mismo arrogante, cerdo, sexista desde que estábamos en el jardín de niños. ¿Por qué cambiar ahora? –Le sonreí. Ella había sacado su libro de química, yo igual.
-Nunca es tarde para cambiar. Y hasta ese arrogante, cerdo, sexista merece una segunda oportunidad ¿No crees? –Ella ladeó su cabeza.
-Sí. Razón si tienes. ¿Pero tenía que escogerme a mí? –Cerró el casillero. Caminábamos a la clase de química.
-Tal vez tú le gustas. –Ella se echó a reír a carcajadas.
-Sí claro. ¿Cómo podrá gustarle yo?
-¿Y por qué no? –Fruncí el ceño. Mamá solía ser insegura, no solo ahora, si no, en el presente-futuro-presente también. Viste bonito, los hombres le coquetean pero es tan ingenua que no se lo cree. Incluso oí a papá coquetearle una vez «Oh Lali. Te comería aquí mismo» dijo papá y a ella solo se le ocurrió «Quítate. Tengo que darle comida al perro» y yo, de seis años, escuchado desde la sala, estampé mi mano contra mi frente una vez más.
-Soy una nerd. –Se encogió de hombros.
-¿Y eso qué? –Repliqué. Ella iba a contestar pero se quedó callada al oír a Euge gritar. Venía por el pasillo, dando saltos de alegría. Bueno no saltos pero venía corriendo con una sonrisa, casi como si hubiera ganado la lotería.
-¡ Lali! ¡Allegra! –Vociferó. Llegó a nuestro lado- ¡Oh Allegra! ¿Qué eres? ¿Una hechicera? –Preguntó.
-¿Qué pasó?
-Nico, Nico pasó. ¡Lo besé! ¡Y me invitó a ir a la fiesta de las Grimm con él! –Dio unos pequeños saltos-. Y todo gracias a ti –Me zarandeó por los hombros-. Si no me hubieras dicho que volteara él no me habría besado. –Sonreí triunfante.
-Te lo dije.
-Vaya que sí. Tengo que irme, tengo clase de historia con Nico y me pidió que nos sentáramos juntos. –Suspiró con alegría. Mamá le sonrió. Ella se despidió y seguimos nuestro camino a la clase de química.
-¿Lo ves?
-No sé qué debería ver.
-Nico es amigo de Peter. Y ahora sale con Euge. ¡Las nerds están arrasando! –Elevé mis brazos al aire.
-Allegra. ¿Por qué insistes? Ni aunque le cambiaras a Peter el cerebro por el de un chico decente, a mí me interesaría tener algo con él.
-Jamás has tenido una conversación concreta con él. ¿Cómo sabes que tiene en el cerebro?
-Yo lo supongo, ¿no lo has oído hablar con sus amigos?
-Todos los chicos son así con sus amigos cerca. Y con algunas chicas. Con la persona indicada cambia. –Y yo estoy cien por ciento segura de que eres tú mamá. Y seguiré insistiendo hasta que él mismo se de cuenta de que eres tú y siempre has sido tú.

Continuara..........

Capitulo 8


-¿Cómo debería empezar? –Preguntó mientras pasaba su mano derecha por sus risos alborotándolos, llevándolos hacia atrás para luego dejarlos caer sobre su frente.
-No lo sé. –Musité llevando mi mano derecha a mi barbilla en pose pensativa.


Y luego recordé, mamá había contado la historia, la primera vez que papá le pareció atractivo fue en la fiesta de de la hermanas Grimm. Gemelas, Margaret estudia en Est High y Cornelia enNoth High por problemas de conducta de Margaret –Los cuales, en mi época, aun conserva. Está en la cárcel, tú me dirás- ya que están de punta a punta –relativamente- y su casa está en un punto intermedio hacen –O hacían- una fiesta anual, algo como una tregua entre las comunidades de estudiantes; por lo que la tía Cande obligó a mamá esa noche a ir a la jodida fiesta y terminó gustándole papá. « ¡Bravo Allegra! Eres genial». Me felicite-. Invítala a la fiesta. La de las Grimm, por lo que sé es mañana. –Miré la fecha en una cartelera que yacía debajo del gran reloj de la heladería, no me había equivocado, soy extraordinaria.
-¿Y aceptará? –preguntó no muy seguro.
-La convenceré. –Me encogí de hombros.
-Está bien. –Dijo. Yo sonreí.
-Bien, invítala mañana, en el almuerzo. –Aconsejé.
-¿Estás segura de que no voy a terminar con una ensalada de pollo en la cabeza? –Yo reí. Probablemente.
-Que no, pesado. Me iré ahora. –Giré y volví para volver con las chicas y Agustin - Ah. Otra cosa. –Me volví de nuevo para mirarlo-. En el futuro, no digas lo siento si no estás dispuesto a hacer nada para cambiarlo, porque es más bien un no me importa. –Él asintió algo avergonzado y yo volví a mi sitio. Me senté junto a Mamá y más allá estaba la tía Euge, en frente Cande sobre Agustin .
-¿Qué hablabas con Lanzani? –Preguntó Euge.
-Nada, cosas. –Dije sin darle importancia.
-Uh cosas. –Agustin movió las cejas rítmicamente. Mamá no dijo nada, estaba con la cabeza abajo, bebiendo de su batido.
-¿Qué? ¿Él y yo? No. Imposible. –Les dije. Mamá seguía sin decir nada-. No es que sea un tonto. No. creo que lo subestiman pero nunca podría pasar. No es mi tipo ni lo será. –Dejé en claro.
-Agustin no era mi tipo. –Insinuó Cande, apretando la mejilla del chico.
-Bueno. Eso no puedo negarlo. Pero si a esas estamos; Peter es menos el tipo de Lali que mío. –La miré. Ella me miró sin expresión. Volvió su mirada al batido.
-Él no me gusta. –Solo dijo eso.
-Vamos, ni a mí. Pero a que es lindo –Le sonreí ella se encorvó más.
-¡Aja! –Euge me acusó con un dedo.
-Eso no significa nada. Puedo decir que eres linda, lo cual es cierto; pero no por eso me gustas ¿O sí? –Ella frunció el ceño.
-Vale. Me has ganado. –Ella volvió a su helado de fresa.
-Entonces ¿No es lindo, Lali? –Mamá volvió a verme.
-Eso supongo. –Se encogió de hombros.
-Ahí está. No es tan malo. Te ha comprado un licuado y ha llegado aquí muy avergonzado por lo que te hizo. –Le recordé.
-Sí. Ya, es un ángel de persona. ¿Podríamos dejar de hablar de Lanzani? Me pone de nervios. –Se expresó con un gruñido.
-¿Por qué te pone de nervios? Es solo un chico –Pregunté levantando una ceja.
-Ah… no es solo él. –Se escudó con su batido.
¿Todos los chicos te ponen de nervios? –Pregunté una vez más con la ceja levantada- ¿Es qué Agustin también te pone de nervios, o Nico?
-Espero que no. –Saltó Cande rodeando el cuello
-¡No! –exclamó exasperada.
-Más te vale. –Comentó Euge.
-Entonces no veo razón para que te ponga de los nervios si no te gusta. A menos que eso sea. –Me crucé de brazos. Ella sorbió hasta la última gota de ese batido.
-Es intimidante ¿De acuerdo? –Dejó el vaso sobre la mesa. Bajó la mirada mientras revisaba sus uñas, tratando de evadir mi mirada.
-Te apoyo. Aunque yo lo soy más. –repliqué.
-No. De eso no hay duda. –Hizo un mohín. Yo reí. Ella no sabía que yo era la hija de Lanzani; si le hubiera dicho algo como eso me hubiera dicho que estoy loca pero, definitivamente, hubiera llamado a la policía si se me hubiera ocurrido decirle que soy su futura hija CON Lanzani. Ahora entiendo por qué el matrimonio no funcionó; no fue un engaño, no fue la economía; fueron las diferencias entre esas dos personas que lograron crear su propia salvación en un intento de estar juntos, sin conseguir la gloria. Un desastre total.
-Vamos a casa. Tengo un montón de tarea que hacer. –Dijo mamá- ¿te quedas, Euge? –La miró. Ella tenía la mirada perdida en la sonrisa encantadora del tío Nico. A quien yo había cachado varias veces mirándola.
-Sí. Me quedo un rato. –Suspiró mordiendo su labio inferior.
-Dios te ayude, Eugenia. –Mamá dio unas palmaditas en su hombro y se levantó, me levanté con ella y le di espacio para pasar.


Nos dirigimos a la salida pero antes de salir Peter se giró a vernos y dijo-: ¡Adiós, Lali! Te veo mañana. –Para después guiñarle un ojo. Yo no cabía en mí de mi felicidad. Todo estaba yendo de fábula, muy pronto volvería a casa con mi, algo cambiada, vida.
-¿Y a este que mosco le picó? –Susurró mamá, saliendo junto a mí por la puerta después de solo sonreírle nerviosamente a papá.
-El mosco de la sinceridad y la gentileza.
-Pues, ya era hora. –Dijo. Yo reí.
-¿Si te invitara a salir que dirías? –Pregunté como quien no quiere la cosa.
-Nada. Porque estoy segura de que él no lo haría. –La dejé soñar por un rato. Hasta mañana a la hora del almuerzo.
-Ya. Pero en el remoto caso, hipotéticamente hablando… -Ella miró el pavimento con inexpresivo semblante.
-Allegra. Las personas como él no deberían estar con personas como yo. Por mucho que quisiéramos, lo cual no es nuestro caso. No funcionaría. –Pues sí. Y que lo diga, lo suyo no funcionó.

Continuara........

Capitulo 7


Papá le devolvió la sonrisa a medias y volvió la mirada hacia Agustin y Cande, sentados en frente de mamá.
-Vaya. No sabía que traicionaban a su propia comunidad, andando con los de Est High. –Exclamó papá, mirándolos como si fueran una plaga.
-Nosotros no somos parte de su estúpida riña entre perros y gatos, Lanzani. -Soltó Agustin .
-Exacto. –Afirmó mamá.
-Bien… ya me voy. –Dijo papá.
-Es la mejor idea que he oído venir de ti. –Dijo mamá.
-¡Hey! –se quejó él. Ella levantó la vista y sacó la pajilla del batido de su boca.
-Que me hayas comprado un batido para enmendar tu desastre no significa que yo haya cambiado mi opinión acerca de ti. –Estampé mi mano contra mi frente de nuevo. Mamá no me la ponía fácil.
-Supongo que es cierto. –Expresó él.
-Espero no toparme contigo Lanzani. –Mamá metió la pajilla a su boca una vez más y papá se fue sin decir nada. Creo que le sorprendió la falta de tacto que tuvo ella con él, era como si no le importase que el chico más guapo y popular del instituto le dirigiera la palabra. Yo misma me impresionaba.


Me senté al lado de mamá, coloqué mi cara en el cuenco de mi mano, estaba frustrada; todo mis esfuerzos en vano por la testarudez y orgullo de mis padres.
Empezaba a creer que era mejor no existir, sí, eso había pensado alguna vez, por eso había pedido este deseo. Aunque no sería malo volver a casa e ir al estúpido internado al que querían enviarme, al menos no tendré todo el peso de su relación encima. Yo ni si quiera había tenido novio alguna vez, obviamente no tenía la mínima idea de cómo lidiar con esto.
Pensé que si tal vez golpeaba mis talones tres veces volvería a mi habitación. Lo intenté. No funcionó.
Cuando estaba a punto de darme por vencida vi a papá hacer un ademán para que me acercara a él.
Me levanté del asiento, ni siquiera tuve que decir nada, estaban muy ocupados hablando de solicitudes para universidades. Caminé hacía papá sentado en la barra y me paré frente a él.
-¿Qué es lo que pasa con tu amiga? –Preguntó disgustado. Me sorprendí.
-Yo no lo sé. ¿A qué te refieres? –Le pregunté cruzada de brazos.
-Es que ella es… ¡Yo no le agrado! ¿Por qué? Yo le agrado a todo el mundo. -¿Ego? ¿Dónde? A lo mejor está escondido detrás de tu gran cabezota Lanzani.
-Pues no ha todos, al parecer. –Rodé los ojos. Tampoco me satisfacía la idea de que no a ella no le agradara él, era justamente lo que había estado intentado cambiar pero mi madre era terca, mucho demasiado, y no debías contradecirla. En el presente, o presente-futuro, como sea; papá y yo aprendimos eso a la mala.
-Bueno hay que hacer algo, porque yo tengo una reputación y ella la puede arruinar. Y sus amigos no ayudan, también me odian pero no tanto como ella. ¡Está acabando conmigo! –gritó desaforado. Nadie nos prestó la mínima atención debido al ruido de los murmullos y gritos de las otras personas.
-No está acabando contigo. Ella no acabaría ni con una mosca, solo mírala. –apunté hacia ella.


Estaba mofándose de Cande y Agustin , poniendo la boca como un pez, simulando los besas que se daban. Tomó un sorbo de su batido y le quedó un bigote blanco que después limpió con su lengua mientras trataba de verlo. Papá soltó una risa mientras la veía-. ¿No es adorable? –Le pregunté.
-O es buena actriz. –dijo él. Entrecerré mis ojos-. Debes admitir que es un poco gruñona.
-Con el tiempo, te darás cuenta de que se ve linda cuando te regaña. –Papá le dio un sorbo a su batido de mango-. Puedo ayudarte a caerle bien y que recuperes… lo que sea que hayas perdido; la dignidad, la reputación de chico adorable con hoyuelos, o lo que sea. –Él me miró con una ceja levantada.
-¿Soy adorable para ti?
-Escucho a las animadoras huecas hablando en los pasillos. Te han llamado así varias veces. No te creas mucho, yo también tengo. –Le sonreí presumiendo mis hoyuelos claramente heredados de él.
-Sí, sí que los tienes. –Al fin dejó de coquetearme. Creo que se dio por vencido.
-¿Entonces sí? –pregunté.
-¿Sí qué?
-¿Quieres que te ayude? –Él echó un vistazo hacia donde estaba mamá y torció la boca.
-Parece difícil.
-A ti te gusta lo difícil. –Le recordé.
-¿Segura que no nos conocemos?
-Jamás me has preguntado si nos conocemos.
-¿Y nos conocemos?
-No. –Él me miró con una mueca de incertidumbre. Dejó el batido de lado y se cruzó de brazos.
-Bien. –sonreí satisfecha. Mi plan estaba funcionando.

Continuara......

Capitulo 6



Llegamos a la heladería. Ice Crime, esa era el nombre antes de convertirse en el almacén Rory’s.Ese nombre sí que era un crimen.
Estaba abarrotado de gente. Versiones más jóvenes de todo mi vecindario. Haciendo las mismas cosas que, en mi época, les prohíben hacer a sus hijos.
Negué con la cabeza al ver a la tía Cande, otra mejor amiga de mamá, sentada en el regazo de su del tío Agustin . Si tan solo el pequeño Agustin Jr. los viera. O su hija mayor, Bella. Bueno, no es nada que no hicieran ya de mayores, muchas veces vi a Bella esconder su cara entre sus manos, ocultando su vergüenza ante las demostraciones de afecto de sus padres. Estoy segura de que metería la cabeza en el suelo como un avestruz al verlos ahora, juntando sus narices como dos conejitos. La tía Cande no solía ser romántica pero con el tío Agustin eso cambia totalmente.

Mi madre tosió falsamente al llegar a su lado.
-¡Lali! –Saltó Cande del regazo de Agustin para enrollar sus brazos en el cuello de mi madre-. Pensé que no vendrían. –Dijo soltándola. Traía un pequeño traje de animadora, rojo con negro, que lucía genial en ella, muy sexy.
-Nos vimos obligadas, ya que nos gritaste por teléfono. -Dijo mamá. Cande rodó los ojos y volvió al regazo de Agustin , sentado en una de las cabinas de la heladería.
-No las grité, solo les di un incentivo.
-A Agustin no le das incentivos. –Espetó Euge.
-Cállate y siéntate. –Apuntó al sillón de en frente. Yo estaba junto a mamá, parada frente a ellos esperando que alguien me notara.
-¿Y tú quien eres? –Preguntó Agustin amablemente.
-Oh, ella es Allegra. Es nueva en el instituto, es nuestra amiga ahora. –Explicó mamá. Les sonreí.
-Bienvenida al grupo, Allegra. –Dijo Cande revolviendo el cabello rubio de su novio. Era muy raro ver a un jugador de futbol del Rosewood Est High y a una animadora de los lobos del Rosewood Est High con dos nerds del Hill North High pero ellos se había conocido en un campamento y fue como amistad a primera vista. No dejaron que la rivalidad entre lobos y tigres –Que aun, en mi época, sigue- los separara.


Hubo un silencio de miedo cuando Peter, Mariela y otro grupo de personas, entre ellos; Los tío Nico, Pablo y Gaston, entraron al lugar.
Los movimientos –Y respiraciones- continuaron cuando ellos dieron una mirada como de “¿Qué miras? ¿Te debemos?” a todo el salón.

Yo me felicité a mi misma al tener la maravillosa idea que se me acababa de ocurrir.
Papá se acercó a la barra, y pidió algo al dependiente, algo que no logré escuchar.
- Lali -La llamé. Ella giró y la tomé el brazo, la alejé de donde estábamos. Caminamos unos pasos hacia la barra sin decir nada y justo cuando papá recibió su pedido, y se giró para ir a su lugar, empujé a mamá contra él haciendo que este derramara todo el contenido de su vaso sobre el suéter rosado con estampados de rombo de mi madre.
-Mierda. ¿Por qué te atravesaste? –Gritó molesto mi padre. Yo fruncí el ceño, mamá aun no asimilaba la información. 



Todo el mundo dentro de la heladería comenzó a reírse a carcajadas, excepto claro por la mesa del fondo, donde se encontraban los amigos de mamá. Mamá los miró a todos, repasando a cada uno con la mirada, sus gafas de empañaron, sus ojos estaban llorosos y sus mejillas tenían un color escarlata. Se veía como un pequeño cachorrito indefenso, bajo la lluvia y sin dueño.
-Oh -Murmuró papá al verla a los ojos. Dirigió una severa mirada a los que se reía y estos se callaron y volvieron a sus asuntos- déjame ayudarte. –Le pasó un par de servilletas y mamá las tomó con furia- Oye. Solo quería ayudar, no es necesario que actúes así.
-Era mi suéter favorito. –Espetó ella secando el desastre que ahora su suéter.
-Creo que te hice un favor. Era horrendo. –Papá soltó una risita. Ella se detuvo, una lágrima rodó por sus ruborizadas mejillas.
-Este suéter me lo regaló mi abuela, mi difunta abuela. Lo hizo ella misma. –Papá apretó los labios y miró el piso.
-Lo siento. – ¿Por qué siento como si tuviera un Déjà vu? Ah sí. El famoso “Lo siento, no lo siento, porque no haré nada para arreglarlo” de Peter Lanzani. Rodé los ojos.
-Yo siento que eres un idiota. –Mamá tiró las servilletas y salió corriendo al baño. Me crucé de brazos y me acerqué a mi padre.
-Eres un maldito insensible. Deberías pensar lo que dices ¿Sabes? –Le regañé. Él seguía con la mirada abajo y los labios apretados.
-Yo no quería lastimarla… -Dijo. Noté arrepentimiento en su mirada.
-Pues entonces… cómprale un batido de coco y vainilla, Es su favorito. Es lo menos que puedes hacer. –Le dije. 



Él suspiró y asintió. Se acercó a la barra de nuevo y pidió lo que le había dicho.
Luego de un rato, mamá salió del baño, la mancha no se había ido, era una gigantesca mancha rosa que el batido de banana y fresa había dejado en el suéter de mamá.
-Ve. –Empujé a papá. Él caminó hasta la mesa, en cada paso que daba miraba hacia los lados, estaba avergonzado.
-Lali –Mamá levantó la vista. Él puso el batido en frente de ella, sobre la mesa- Es lo menos que puedo hacer por haber arruinado tu suéter. Lo siento mucho. –Vi una leve sonrisa en los labios de mamá. Ajustó sus gafas y miró a mi padre a sus grandes ojos verdes.
-Gracias Peter.


Continuara.....

Capitulo 5


Subimos a su habitación. -Linda habitación. –Le dije. En realidad era hermosa, llena de fotos por todas partes fotos de ella con la tía Euge, con la abuela y el abuelo, con el tío Agustin y la tía Cande, primos, otros tíos y otras personas; me preguntaba dónde habrían terminado esas fotos.
-¿Tú tomaste estás fotos, Lali? –Le pregunté acercándome para verlas, era muy hermosas- Parecensacadas de Tumblr. –Murmuré.
-¿Sacadas de dónde? –Preguntó tía Euge. Me giré a verla. Olvidé que estaba que no estaba en mi época, estoy diecinueve años atrás.
-No me hagan caso. ¿Tú las tomaste, Lali? –repetí.
-Sí. –Se acercó a verlas, puso su mano sobre una en donde solo se encontraba ella con su oso de peluche- Quiero ser fotógrafa algún día. –Me sonrió.
-Eso es muy diferente a ser agente de bienes raíces. –Murmuré casi inaudible. Si mamá quería ser fotógrafa ¿Por qué trabaja para Mariela Pages en una agencia de bienes raíces? Significa que renunció a su sueño-. Lali, prométeme algo. –La agarré por los hombros y la sujeté fuerte.
-Ah… ok -dijo mirándome con confusión-. ¿Qué?
-Prométeme que jamás, jamás, en tu vida, no importa lo que pase, renunciarás a ese sueño, por nada en este mundo, porque créeme, lo lamentarás si lo haces. –Ella suspiró con los ojos abiertos, yo apreté mis labios-. Vamos, promételo.
-Te lo prometo. –Asintió y yo me sentí orgullosa.
-Eso. –Le sonreí y la abracé.
-Bien ¿Y qué hacemos ahora? –Preguntó la tía Euge.
-¡Hablemos de chicos! –Sugerí y emocionada.
-Me gusta la idea. –Apoyó Euge.
-Suena bien. –Dijo mamá. Ellas se sentaron en la cama una al lado de la otra y yo frente a ellas.
-¿Y bien? ¿Quién les gusta? –Pregunté juntando mis manos.
-Nico Riera. –Saltó la tía Euge.
-Es un Bobo como Peter. –Espetó mi madre para luego cruzarse de brazos.
-Él no es así, me ayudó con mis libros el otro día. –Euge la golpeó con una almohada.
-Solo quería que le hicieras la tarea de matemáticas. –Mamá. se rió en su cara.
-¡No se la hice!... bueno, solo lo ayudé. –Mamá rió más alto.
-Perfecto, cuando estés dándole clases de biología gira la cara cuando se te acerque. –Le aconsejé, ellas me miraron raro.
-¿Qué? –Preguntaron ambas, recordaba la historia que el tío Nico siempre cuenta, le encanta contarla, en serio está enamorado.
-Solo hazlo. –Le dije, ella asintió-. ¿Qué hay de ti, Lali? –Le pregunté a mamá.
-Yo… no lo sé, justo ahora no me gusta nadie. –Sonreí.
-¿Qué hay de Peter? –Subí mi ceja derecha.
-Ya te dije que no me gusta… además ¿Qué si así fuera? A él le gustan las rubias plásticas y a mí los chicos inteligentes. –Me acomodé mejor en la cama cruzando mi pierna derecha sobre la izquierda.
-El es más inteligente de lo que crees, Lali -No me equivocaba, papá era muy inteligente, al menos eso decía mamá.
-¿Cómo lo sabes? –Preguntó ajustando sus lentes.
-Solo lo sé, chicos como él esconden su inteligencia para mantenerse al margen de la sociedad, les gusta llamar la atención de manera escandalosa. –Le expliqué. Por supuesto que conocía a los de su clase, lo que jamás me imaginé fue que mi padre fuera uno de ellos.
-Eso no significa que él sea inteligente. –Porfió mi madre.
-¿Tú cómo sabes que es un tonto? –Me crucé de brazos.
-Porque siempre actúa como uno. –Imitó mi acción.
-Exacto, está escondiendo su verdadero él. –Mi madre miró a mi tía, ambas lo consideraban pero no decían nada.
-¿Tienen Coca-cola? –Pregunté cambiando el tema. Definitivamente tenía un problema serio con la Coca-cola, lo arreglaría después.
-En la nevera, abajo. Tómala, ya estás en tu casa. –Mamá sonrió.
-Gracias. –Me levanté y salí de la habitación, bajé las escaleras de dos en dos mientras acomodaba el cuello de mi chaqueta negra, pasé por un espejo que yacía en la puerta de la cocina y me miré en el.
-Sí me parezco a mamá. –Dije con una sonrisa. Empujé las puertas de la cocina y fui directo a la nevera. Localicé dentro del aparato la lata de Coca-cola, la tomé para luego cerrar la nevera.
A mis fosas nasales llegó un olor extraño, a humo. Venía de afuera, miré a través del mosquitero metálico de la cocina y… la vi.

Era la abuela, fumaba un cigarrillo mientras su mirada estaba perdida en la grama del jardín trasero. Una lágrima corrió a través de mi mejilla, sequé aquella lágrima, dejé la lata sobre el mesón y me aventuré a salir.
-¿Puedo acompañarla? –Pregunté mientras bajaba los pequeños escalones al pie de la puerta.
-Allegra. –Dijo ella en su asombro. El humo salió de su boca acompañado de la pronunciación de mi nombre.
-Por favor no lo haga. –Tomé el valor suficiente para quitarle el cigarrillo de la mano. Lo tiré al piso y pasé mi zapato sobre el.
-Por favor no le digas a Lali -Me pidió secando una lágrima que salía sin aviso.
-No se lo diré si promete que no lo volverá a hacer. –La miré a los ojos. Ella apartó la mirada. Me acerqué y tomé sus manos.
-¿Sabe? Yo no tengo abuela, porque el cigarro la mató, y me siento terrible por ello, murió cuando yo era muy pequeña y lo que logro recordar de ella es muy poco. Por favor, no le haga eso a su futura nieta. –Le pedí con toda la sinceridad que pude. Era obvio que ella no sabía que me refería a ella, tal vez no funcione, pero ya que estoy acá ¿Por qué no tratar de evitarlo? No pierdo nada con intentar.

Mi abuela estalló en llanto, me apretó contra su pecho muy fuerte y yo le correspondí rodeándola con mis brazos.
-No lo haré de nuevo, lo prometo. –Sonreí ampNicoente. Ella se separó y secó sus lágrimas.
-Gracias, no sabe lo feliz que soy. –Le dije.
-Allegra. –Oí la voz de mi madre llamarme.
-Ya voy ma…, ya voy Lali -Rescaté. La abuela me dio una sonrisa antes de que volviera a entrar, pasé por la cocina y llegué a la sala.
-Vamos a la heladería. –Dijo Euge

Continuara.......


Capitulo 4


Salimos de la cafetería hacia los solitarios pasillo -¿Acaso nunca cambian el color de las paredes? pregunté fijándome bien, era el mismo amarillo chillón que está en mi época.
-Allegra –Me llamó Ronda, le presté atención- Tengo que felicitarte, lo estás haciendo muy bien.
-¿Bien? Mi madre odia mi padre y él ni siquiera recuerda el nombre de ella ¿Cómo se supone que lo estoy haciendo bien? –Pregunté mirándola, alzando un poco la voz.
-Tranquila, cariño, esto tarda, pero te diré una cosa, tienes hasta la noche del baile de bienvenida para juntarlos, ellos deben besarse a las doce y diez, ni un minuto más, ni un minuto menos, de lo contrario… desaparecerás. –Mi corazón dio un vuelco en una curva mortal, creo que estaba empezando a olvidar mi infancia.
-Dios ¿Cómo voy a lograr eso? Mi propio padre me coquetea. –Le dije indignada.
-Es porque te pareces a tu madre… claro la Lali que ella era esa noche. –Me dijo y las palabras fueron desconocidas para mí.
-No entiendo.
-Claro que no, eres la hija de tu padre. –Dijo. La miré con los ojos entrecerrados-. Escucha, tú madre era una chica tímida, introvertida y asocial antes de esa noche, esa noche Peter la salvó.
-Recuerdo la historia; ella salió llorando del gimnasio y papá salió detrás de ella, se besaron y bla, bla, bla. –Ronda negó con la cabeza ante mi reacción.
-Exacto, empezó a salir con Peter y cambió. –Miré al vacio recordado todas las peleas.
-No lo suficiente. –Dije nostálgica- Ronda, ¿Tú crees… que si lo hago diferente ellos… nunca se divorcien? –Ella me miró, levantó mi mentó para que la mirara a los ojos.
-Eso nadie lo sabe cariño, eso es parte del presente y les corresponde a ellos arreglarlo. –Asentí con los ojos llorosos.
-Tengo que irme, ve, ve a hacer lo que debes. –Escondí mi cara en mis manos y sequé las lágrimas. Cuando abrí los ojos ella ya no estaba.


El timbre sonó y una avalancha de gente me azotó contra los casilleros; yo luchaba por abrirme paso entre la gente, no veía a mamá, empujaba personas por aquí y por allá hasta que al fin vi a mamá cerca de casillero.
-Ma… Lali. –Salvé mi error.
-Oh, hola Allegra. –Ella metía todo sus libros a su casillero.
-Hola, eh… ¿Por qué metes todos tus libros al casillero? ¿No tienes más clases?
-No. Hoy ya no hay más clases, es viernes. –La tía apareció de la nada.
-¿Lista? ¿Vamos a tu casa Lali? –Preguntó.
-Sí, ¿Quieres venir Allegra? –Me miró.
-Sí, igual no tengo a donde ir. –Me encogí de hombros.
-¿Qué quieres decir? –Preguntó. Me puse nerviosa, no lo pensé bien antes de decirlo.
-Ah… pues que… ¡Soy huérfana! –Solo dije lo primero que se me vino a la cabeza, cerré los ojos dándome cuenta de la tontería que había dicho.
-¿Qué? –Preguntó mamá afligida.
-Pues… sí, y me han echado del orfanato porque estoy grande y se supone que debería ir con una familia adoptiva pero he escapado -«Eso, mentirosa profesional» pensé con sarcasmo.
-Dios, qué horror. Puedes quedarte en mi casa todo el tiempo que necesites -«Bingo».
-¿En serio? Gracias. –La abracé, ella correspondió el abrazo. Hace mucho que no abrazaba a mi madre-. Te quiero. –Le dije. Pudo oír como reía.
-Eres muy tierna. –Me alejé un poco.
-En serio gracias. –Le sonreí.
-Cuando quieras. –Ella sonrió con ese aire de “Todo va a estar bien” parecía tener esa cualidad, esa cualidad de decirte todo con la mirada, mi papá sería un tonto si no logra verlo.
-¿Ya nos vamos? –Preguntó tía Euge.
-Claro, vamos. –Dije.


En el camino a casa ellas hablaban de cualquier tontería, jamás la había visto tan feliz, era hermosa cuando sonreía, tenía una vibra tranquilizante, pacifica pero divertida.
Llegamos luego de caminar unas cuantas cuadras, la casa de la abuela no estaba tan lejos de la escuela como mi casa. Entramos por la puerta de la cocina y ahí estaba la abuela, horneando algo, el aroma a dulce se olía desde lejos, ella se veía muy joven y hermosa.
-Abuela. –Murmuré. No la había visto desde los siete, murió de cáncer en el pulmón y volverla a ver fue demasiado para mí. Unas lágrimas se derramaron por mis mejillas.
-¿Estás bien? –Preguntó mamá.
-Sí, es solo que… nada, no me hagas caso. –Sequé mis lágrimas y sentí el abrazo de mi madre-. Gracias Lali - Le dije, ella me sonrió.
-Mamá. –La abuela se volteó agitando su hermoso vestido amarillo-. Ella es Allegra, mi nueva amiga.
-Un gusto en conocerla. –Extendí mi mano, la abuela la estrechó sonriendo.
-El gusto es mío, puedes llamarme Maria. –Le sonreí.
-¿Se puede quedar ella un tiempo con nosotros… es huérfana y no tiene a donde ir? –Le dijo, la abuela se afligió y me miró con ternura.
-Quédate el tiempo que gustes, cariño. –Acarició mi mejilla.
-En serio, gracias a ambas. Abracé a mi madre y luego a mi abuela.

Siempre le había pedido a Dios un día más para estar con ambas, juntas, como en los viejos tiempos, jamás pensé que fuera posible y menos de esta manera pero al parecer mi deseo superó todas mis expectativas.

Continuara.......

Capitulo 3


El timbre sonó y me alarmé. -¿Qué toca ahora? –Le pregunté a mamá.
-Justamente el almuerzo. –Sonrió. Ellas caminaron hacia adelante, conocía la escuela, claro que la conocía, era la misma escuela donde había estudiado los últimos cuatro años.
-Vamos a la cafetería. –dijo Euge. Mi madre y ella caminaron delante de mí. Yo solo me concentraba en cómo iba a hacer para juntar a mis padres, ellos siempre parecieron muy diferentes, y ahora que estoy aquí, me doy cuenta de que son como el agua y el aceite.

Es decir, solo miro a mi madre; es recatada, callada, introvertida, tímida, parece muy inteligente, al parecer solo tiene un amiga; creo que se parece a mí en un aspectos.
Y luego está mi padre, solo hay que verlo allí parado, coqueteando con todo lo que tenga piernas bonitas y cabello bonito , es bromista, tonto, tiene un montón de amigos, es popular y guapo; La clase de chico que una chica como mi madre quiere evitar. Simplemente no entiendo cómo fue que estos dos llegaron a estar juntos.
-Ah y… ¿tienen novios? –Pregunté interesada. Ellas se miraron entre sí.
-No ¿y tú? –Preguntó mamá.
-No –Me alegré en el interior.

Llegamos a la cafetería, ellas se sentaron en la última mesa, la del fondo, donde solía sentarme yo todos los días.
-La historia se repite. –Murmuré sentándome a la mesa.
-¿Dijiste algo? –Preguntó mamá.
-No. –Negué con la cabeza. Ellas tomaron asiento frente a mí y me quedé mirándolas un buen rato.
-Mal comienzo niña nueva. –Oí la voz de mi padre de nuevo; tomó asiento a mi lado-. Creo que eres valiente al sentarte con las nerds. –me dijo, yo bufé.
-Sus nombres son: Lali y Euge, no nerds. –le espeté.
-Me da igual, ellas no son importantes, en cambio tú… -se acercó peligrosamente a mí. Me alejé y casi caí de la silla pero logré balancearme para no terminar en el piso.
-Te agradezco que no hagas eso. –Le dije acomodándome de nuevo en la silla-. ¿Por qué no sales con chicas de tu edad?
-¿Qué edad tienes? –Preguntó serio.
-Quince. –le dije.
-No pareces de quince. –me miró descaradamente.
-Esto es tan asqueroso. –Dije para mí misma-. Mira Peter, yo… no soy quien tú crees, yo pienso que… deberías, no sé, darle una oportunidad a esta chica. –Apunté a mi madre quien levantó la mirada de su libro de física- Es linda ¿no?
-¿Quién es ella? –Preguntó haciendo una mueca.
- Lali Esposito, estoy en todas tus clases Peter. –Ella volvió su mirada al libro sin darle mucha importancia.
-No te recuerdo. –Dijo volteando a verme. Yo estampé mi mano contra mi frente.
-Por supuesto que no, te aseguro que ni siquiera recuerdas el nombre de la profesora de la última clase, siempre te la pasas besuqueándote con Mariela cuando nadie los ve; el problema es: que todo el mundo los oye. –dijo Euge.
-¿Mariela? ¿Mariela Pages ? –Pregunté asombrada.
-La misma. –Afirmó Tía Euge.
-Oh no, será tu jefa mamá. –Miré a un punto muerto en la mesa.
-¿Qué? –Preguntaron todos.
-Nada, suelo balbucear idioteces, no me presten atención. –Les dije. Todos me miraron como si estuviera loca.
-Bien, yo ya me voy, adiós Allegra. –Papá estampó un beso en mi mejilla- llámame. Dijo en mi oído, rodé los ojos y él tiró un papelito en la mesa, lo tomé rápido y l,o guardé en mi bolsillo.
-¿Vas a llamarlo? –Preguntó mamá.
-No, tú sí. –Ella rió junto a Euge a carcajadas.
-¿Para qué? ¿Para darle clases de matemática? –Preguntó entre risas.
-No, escucha, estoy segura de que a él le gustas. –Ellas rieron más fuerte.
-¿Pero estás sorda? Él ni siquiera recuerda su nombre. –Dijo tía Euge.
-Eso dice él, estoy segura de que solo no quiere admitirlo. –afirmé mientras tomaba una coca-cola de en medio de la mesa y la abría con un sonido seco.
- Lali, yo no sé, esta chica es muy rara. –Murmuró Euge en el oído de mamá.
-Te escuché. –La acusé con un dedo.
-Lo siento. –Se disculpó volviendo a su comida.
-Allegra. –Oí es voz que había escuchado cuando me metí en todo esto.
-Ronda. –me levanté de la silla y giré sobre mis talones, efectivamente allí estaba.
-El director quiere verte linda. –Miré hacia los lados y me acerqué a ella.
-¿Eso es un código para hablar con Dios? –Susurré.
-Solo camina. –Haló mi brazo llevándome fuera de la cafetería.

Continuara......
BIE AQUI EL CAP 3 ESPERO QUE LES GUSTE COMENTEN Y SUSCRIVANCE :3