sábado, 24 de mayo de 2014

Capitulo 4


Salimos de la cafetería hacia los solitarios pasillo -¿Acaso nunca cambian el color de las paredes? pregunté fijándome bien, era el mismo amarillo chillón que está en mi época.
-Allegra –Me llamó Ronda, le presté atención- Tengo que felicitarte, lo estás haciendo muy bien.
-¿Bien? Mi madre odia mi padre y él ni siquiera recuerda el nombre de ella ¿Cómo se supone que lo estoy haciendo bien? –Pregunté mirándola, alzando un poco la voz.
-Tranquila, cariño, esto tarda, pero te diré una cosa, tienes hasta la noche del baile de bienvenida para juntarlos, ellos deben besarse a las doce y diez, ni un minuto más, ni un minuto menos, de lo contrario… desaparecerás. –Mi corazón dio un vuelco en una curva mortal, creo que estaba empezando a olvidar mi infancia.
-Dios ¿Cómo voy a lograr eso? Mi propio padre me coquetea. –Le dije indignada.
-Es porque te pareces a tu madre… claro la Lali que ella era esa noche. –Me dijo y las palabras fueron desconocidas para mí.
-No entiendo.
-Claro que no, eres la hija de tu padre. –Dijo. La miré con los ojos entrecerrados-. Escucha, tú madre era una chica tímida, introvertida y asocial antes de esa noche, esa noche Peter la salvó.
-Recuerdo la historia; ella salió llorando del gimnasio y papá salió detrás de ella, se besaron y bla, bla, bla. –Ronda negó con la cabeza ante mi reacción.
-Exacto, empezó a salir con Peter y cambió. –Miré al vacio recordado todas las peleas.
-No lo suficiente. –Dije nostálgica- Ronda, ¿Tú crees… que si lo hago diferente ellos… nunca se divorcien? –Ella me miró, levantó mi mentó para que la mirara a los ojos.
-Eso nadie lo sabe cariño, eso es parte del presente y les corresponde a ellos arreglarlo. –Asentí con los ojos llorosos.
-Tengo que irme, ve, ve a hacer lo que debes. –Escondí mi cara en mis manos y sequé las lágrimas. Cuando abrí los ojos ella ya no estaba.


El timbre sonó y una avalancha de gente me azotó contra los casilleros; yo luchaba por abrirme paso entre la gente, no veía a mamá, empujaba personas por aquí y por allá hasta que al fin vi a mamá cerca de casillero.
-Ma… Lali. –Salvé mi error.
-Oh, hola Allegra. –Ella metía todo sus libros a su casillero.
-Hola, eh… ¿Por qué metes todos tus libros al casillero? ¿No tienes más clases?
-No. Hoy ya no hay más clases, es viernes. –La tía apareció de la nada.
-¿Lista? ¿Vamos a tu casa Lali? –Preguntó.
-Sí, ¿Quieres venir Allegra? –Me miró.
-Sí, igual no tengo a donde ir. –Me encogí de hombros.
-¿Qué quieres decir? –Preguntó. Me puse nerviosa, no lo pensé bien antes de decirlo.
-Ah… pues que… ¡Soy huérfana! –Solo dije lo primero que se me vino a la cabeza, cerré los ojos dándome cuenta de la tontería que había dicho.
-¿Qué? –Preguntó mamá afligida.
-Pues… sí, y me han echado del orfanato porque estoy grande y se supone que debería ir con una familia adoptiva pero he escapado -«Eso, mentirosa profesional» pensé con sarcasmo.
-Dios, qué horror. Puedes quedarte en mi casa todo el tiempo que necesites -«Bingo».
-¿En serio? Gracias. –La abracé, ella correspondió el abrazo. Hace mucho que no abrazaba a mi madre-. Te quiero. –Le dije. Pudo oír como reía.
-Eres muy tierna. –Me alejé un poco.
-En serio gracias. –Le sonreí.
-Cuando quieras. –Ella sonrió con ese aire de “Todo va a estar bien” parecía tener esa cualidad, esa cualidad de decirte todo con la mirada, mi papá sería un tonto si no logra verlo.
-¿Ya nos vamos? –Preguntó tía Euge.
-Claro, vamos. –Dije.


En el camino a casa ellas hablaban de cualquier tontería, jamás la había visto tan feliz, era hermosa cuando sonreía, tenía una vibra tranquilizante, pacifica pero divertida.
Llegamos luego de caminar unas cuantas cuadras, la casa de la abuela no estaba tan lejos de la escuela como mi casa. Entramos por la puerta de la cocina y ahí estaba la abuela, horneando algo, el aroma a dulce se olía desde lejos, ella se veía muy joven y hermosa.
-Abuela. –Murmuré. No la había visto desde los siete, murió de cáncer en el pulmón y volverla a ver fue demasiado para mí. Unas lágrimas se derramaron por mis mejillas.
-¿Estás bien? –Preguntó mamá.
-Sí, es solo que… nada, no me hagas caso. –Sequé mis lágrimas y sentí el abrazo de mi madre-. Gracias Lali - Le dije, ella me sonrió.
-Mamá. –La abuela se volteó agitando su hermoso vestido amarillo-. Ella es Allegra, mi nueva amiga.
-Un gusto en conocerla. –Extendí mi mano, la abuela la estrechó sonriendo.
-El gusto es mío, puedes llamarme Maria. –Le sonreí.
-¿Se puede quedar ella un tiempo con nosotros… es huérfana y no tiene a donde ir? –Le dijo, la abuela se afligió y me miró con ternura.
-Quédate el tiempo que gustes, cariño. –Acarició mi mejilla.
-En serio, gracias a ambas. Abracé a mi madre y luego a mi abuela.

Siempre le había pedido a Dios un día más para estar con ambas, juntas, como en los viejos tiempos, jamás pensé que fuera posible y menos de esta manera pero al parecer mi deseo superó todas mis expectativas.

Continuara.......

2 comentarios:

  1. seguila!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
    tu novela es muy interesante tenes que difundirlas por toodsooooos los blogs
    besos

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  2. NUEVA LECTORA!!!! me encanta tu nove, ya ley la uno SEGUILA PLISSSS.
    Me avisas mi twiter es: @Male2014Lali :)

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Gracias es muy importante para mi :3