martes, 27 de mayo de 2014

Capitulo 23


Todos en el gimnasio se aglomeraban alrededor de mamá y Mariela, yo me moví entre las personas para quedar junto a mamá.
-Pensé que te lo había advertido. –Dijo Mariela.
-¿A poco tú piensas? –Espetó mamá y todos rieron, incluyéndome.
-Ah con que la nerd se quiere hacer la valiente… ¿acaso quieres ser como yo, nena? –Mamá se echó a reír.
-¿Cómo tú? ¿Te refieres a ser una perra sin sentimientos que degrada a los demás para alimentar su pequeña autoestima, aunque en el fondo siempre sabrá que no será de lograr nada que no sea una enfermedad venérea? No gracias, paso. –Todos soltaron un ‘Uhh’ y yo me sentí orgullosa de mi madre, mamá jamás en su vida le había hablado de ese modo a Mariela, siempre le había tenido miedo, ella siempre había sido la alfombra debajo de los pies de Mariela, tal vez esto cambie algo.
-¿Qué es lo que te pasa Lali? ¿Acaso no has visto las fotos? Te descubrimos cariño, eres exactamente como yo. –Mis piernas empezaron a fallar, la estaba destruyendo.
-¡Eso no es verdad! ¡Esa no soy yo! –Gritó mamá y su voz se quebró.
-¡Claro que lo es! ¡Todos lo vimos! Y todos los chicos con los que te acostaste lo confirmaron. –Todos empezaron a reír, mamá estaba llorando. Yo estaba de rodillas frente a mamá, empecé a toser, me sentía enferma de nuevo.
- Lali... no dejes… que te… gane –Me dio un ataque de tos pero nadie parecía notarme- Hazlo por mí. –Mamá me miró, se agachó y se aseguró de podía aguantar un momento más. Se levantó y apretó sus puños. Mariela seguía riéndose con sus amigas, ya había dado por sentado que había ganado, pero mamá no estaba de acuerdo. Se acercó y se paró frente a ella.
-¿Vienes a despedirte… perra? –Deletreó la última palabra. Mamá abrió su puño derecho y sin aviso estampó la palma de su mano contra la cara de Mariela, tan fuerte que ella terminó en el piso.
-Yo no soy una perra, y los demás pueden pensar lo que quieran pero tú, tú no te saldrás con la tuya, no esta vez, no dejaré que me pisotees. Tú eres la perra y lo peor es que lo sabes y no te importa. –Se giró hacia los demás quienes miraban estupefactos- No soy una perra. –Dijo. Todos la miraron, se quedaron sin palabras, ella caminó hacia mí y me ayudó a llegar hasta una silla cerca de la mesa de bocadillo. Empecé a devorar todo lo que veía.
-¿Segura que estarás bien? –Preguntó.
-Ve por papá. –Susurré.
-¿Qué?
-¡Peter, busca a Peter! –Grité.
-¿Alguien me llamaba? –Papá apareció detrás de mamá, con una sonrisa, no llevaba traje, solo sus jeans negros y su camiseta blanca.
-¿Peter? –Pronunció mamá mirándolo de arriba abajo- ¿Qué haces vestido así? Ya van a anunciar a los reyes del baile. –Él soltó una risa y se acercó a ella.
-Yo no quiero ser el rey si tú no eres mi reina. –Empezaba a sentirme mejor. Mucho mejor.
-Peter… -Ella estaba por terminar la frase cuando Raphael se acercó, estaba algo borracho.
-Vamos Lali, bailemos. –Papá intentó enfrentarlo pero Raphael lo empujó- Es mía ahora. –Empecé a desvanecerme, tomé algo de la mesa, no sabía exactamente qué pero lo comí, ya no ayudaba, me estaba desapareciendo, la única imagen que me quedaba era de cuando pedí el deseo, en mi habitación. Solo oí a Raphael algo a mamá.
-Serás mía esta noche, pequeña zorra. –El reloj tocó las 12:10 y ellos no se besaron. Y ahí me desmayé, todo era blanco, había vuelto al limbo.
-No… no, ¿por qué? No, no, no. –Me desplomé en el piso –o lo que sea- a llorar, no podía creer que había fallado, fallé, he fallado, ya no existo, no soy nadie.
-Oh, cariño. –Ronda se arrodilló y me tomó por los hombros- Tranquila, esto pasa, estarás bien, puedes quedarte conmigo. –Mis lágrimas salían sin control, estaba vacía, ya no quedaba nada, absolutamente nada.
-No quiero, ¡Quiero ir a casa! Quiero a mi mami y a mi papi, quiero me abrasen y me digan que todo estará bien, quiero verlos besarse, quiero oírlos decirse que se aman el uno al otro, quiero una familia, eso es lo que siempre he querido. –Dije entre llanto. No podía soportarlo. Ya había terminado.
-Lo siento, lo siento mucho cariño. –Ronda seguía pasando mi mano a través de mi espalda, intentando consolarme pero no funcionaba porque todo estaba roto, yo estaba rota.
-Ronda. –Una voz resonó por todo el lugar, una voz masculina.
-Chase ¿Qué pasa? –Un hombre alto, de cabello rubio y ojos marrones con una barba se acercó a nosotros con un portapapeles.
-Ha habido una excepción… y no lo planeamos. –Ronda se levantó y lo miró, él le pasó el portapapeles y ella mostró cara de sorpresa.
-Dios mío, ¿cómo es posible? –Ronda levantó la vista hacia Chase y este le dio una sonrisa, luego ambos me miraron. Yo todavía estaba en el piso derramando lágrimas- Allegra… tus padres… se han besado, están juntos, se aman. –Salté del piso mirándolos con esperanza.
-¿En serio? –Ambos asintieron.
-Puedes volver a tu época. –Sonreí.
-Esperen. ¿Puedo volver al baile? Solo quiero despedirme. –Ellos se miraron entre sí y sonrieron.
-Claro que sí. –Dijo Chase.
-Ya sabes. –Apremió Ronda. Asentí y cerré los ojos, el aire frío me golpeó la cara y logré escuchar la música.

Abrí los ojos, estaba de nuevo en el baile. Vi a mi lado estaba Raphael sobando su mejilla, supuse que mi valiente padre lo había golpeado, sonreí y me acerqué al centro del gimnasio, estaban a punto de anunciar a los reyes del baile.
-Lo atrasamos un poco para que pudieras ver lo que pasó. –Escuché una voz detrás de mí, me giré y vi a Ronda junto a Chase, me sonrieron y les devolví la sonrisa.
-Muy bien, estudiantes, atentos, estamos por anunciar a los ganadores. –Papá estaba junto a mamá, mirándola a los ojos, no estaban prestando atención a lo que decía el chaperón.
-Y los ganadores son… -El chico de la batería hizo los redobles- ¡Peter Lanzani y Mariela Duncan! –Todo aplaudieron, Mariela estaba dando saltitos pero nadie se acercó a felicitarla. Subió a la tarima y le colocaron la corana, a pesar de ser un chisme estaba feliz. Papá subió al escenario a regañadientes porque mi madre se lo pidió, le colocaron la corona y el chaperón le dio el micrófono, papá vaciló pero al fin lo tomó.
-Bueno… ¿qué puedo decir? Ya lo esperaba, lo que no esperaba, en este año escolar… o nunca, era enamorarme. –Se oyeron los murmullos por todo el salón. Papá se quitó la corona- No quiero ser su rey. Sé que la tradición es que el rey debe salir con la reina durante todo el año escolar pero… esta chica. –Apuntó a Mariela al fondo- No es mi reina, ni lo será nunca… mi reina… es Lali. ¡Ronnie apuntala con el reflector! –Le ordenó al chico de las luces, este obedeció y una luz entre violeta y celeste cayó sobre mamá, haciéndola lucir como un ángel- Conózcanla, ella es mi Lali. Lali Esposito, ha sido invisible por mucho tiempo pero hoy, hoy brilla más Time Square, y todos aquellos que estén pensando en quitármela les advierto que los dejaré como camote… creo que ya lo saben. –Todos miraron al fondo a Raphael que seguía acariciando su mejilla morada por el golpe. –El punto es… que no seré el rey esta noche. –Le lanzó la corona a un chico del público- Llámenme estupido, no me importa. –Papá le devolvió el micrófono al chaperón y antes de que se bajara todo el mundo aplaudió, pitó y celebró.
Papá se acercó a mamá quien estaba a mi lado y la besó.
-Mmm, no fue tan malo ¿eh? –El rio. Juntaron sus frentes y se miraron a los ojos.
-No, porque te tengo a ti, mi reina. –Mamá sonrió y lo volvió a besar.
-Dios… -Murmuré. Me alejé un poco y dejé que bailaran un rato. Se veían hermosos, y yo estaba segura de que antes de venir aquí esto nunca había pasado, papá nunca declinó el derecho a la corona del rey del baile, mamá nunca se enfrentó a Mariela y ellos nunca bailaron esta pieza, pero justo ahora eso no importaba, yo sabía a ciencia cierta que yo había sido un error que ayudó a aquella grieta en su matrimonio se agrandara y me sentía culpable por ello pero ahora, ahora me sentía orgullosa.

El baile estaba terminando y ellos se acercaron, yo estaba en la puerta de salida, lista para volver.
-Hola Allegra. –Me saludó papá llegando de la mano de mamá- ¿Cómo te sientes? –Yo sonreí.
-Muchísimo mejor. –Los abrasé mientras soltaba algunas lágrimas.
-Lo extrañaré. –Susurré. Me separé de ellos.
-¿Ya tienes que irte? –Preguntó mamá con tono de tristeza.
-Sí. –Asentí.
-¿a dónde irás pequeña? –Preguntó papá.
-a casa… yo, encontré a mis padres… a los verdaderos. –Ellos sonrieron, en cierta parte, no estaba mintiendo.
-Es genial. –Dijo papá.
-Te extrañaremos, cuídate mucho. –Los abrasé de nuevo.
-Los quiero.
-Y nosotros a ti.

Me separé y vi por la ventanilla de la puerta del gimnasio. Ronda y Chase me esperaban, hacían ademanes para que fuera con ellos hacia una luz, una hermosa luz.
-adiós. –Dije, pero cuando estaba a punto de abrir la puerta, se me ocurrió algo- Escuche, si tienen hijos, por casualidad una niña… -Mamá se sonrojó al instante y papá la miró pícaro- … Y ella golpea a un compañero de clase… no la envíen a un internado ¿Sí? –Ellos rieron.
-Ok. –Papá abrazó a mamá por la cintura desde atrás.
-No lo haremos, prometido. –Levantó su mano y papá igual.
-Bien. –Asentí- Adiós. –Salí por esa puerta sin mirar atrás, camino a mi nueva vida, era hora de volver, para bien… o para mal.
-¿Lista? –Preguntó Ronda.
-Más que eso. –Asentí. Ellos me tomaron de la mano y cruzamos, atravesamos esa luz que me llevaría a casa, con mi familia.

Continuara..........

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